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10 malos hábitos de limpieza que tienes que dejar

11/04/2018
10 malos hábitos de limpieza que tienes que dejar

Todos buscamos la manera de tener una casa limpia y ordenada dedicando el menor tiempo posible. Pero a veces los atajos no llevan a incurrir en malos hábitos de limpieza que a la larga nos hacen perder más tiempo. Te proponemos romper el círculo revisando tus prácticas de limpieza y orden para ver cuáles puedes modificar de manera inmediata o a medio plazo. Estos son algunos de los malos hábitos más frecuentes:

1 – Toallas húmedas apiladas: cuando decides echar una toalla a lavar al cesto de la ropa sucia comprueba antes que no esté húmeda. Si lo está, podría generar olor a humedad en el resto de prendas e incluso la proliferación de moho y bacterias. Por otra parte, siempre que te duches y uses la toalla lo mejor es tenderla extendida lo antes posible para que se seque. Mejor aún, si la cuelgas al aire libre. Así podrás usarla más veces y aligerarás las cargas de ropa de la lavadora.

2 – Demasiado jabón: si un limpiador funciona, ¿aumentar la dosis implicará una limpieza más rápida o mejor?. Rotundamente no. Las fórmulas de los productos de limpieza están diseñadas para ser efectivas con las cantidades que se indican en los envases. Usar más jabón o detergente puede ensuciar más lo que estamos intentando limpiar. De hecho, los residuos de jabón más aclarados son un auténtico imán para la suciedad. ¡Haz la prueba!

3- Herramientas sucias: no podemos esperar buenos resultados en poco tiempo si las herramientas de limpieza que empleamos no están en buenas condiciones. Algunos ejemplos: la lavadora acumula olor a humedad o moho; la aspiradora tiene el filtro sucio o necesita un cambio de bolsa; el cabezal de la aspiradora acumula restos que ensucian o rayan el suelo; si la fregona está demasiado vieja y sucia… Mantener las herramientas limpias nos ahorrará tiempo a la larga y dinero.

4 – Una bayeta para todo el baño: si quieres limpiar el baño de una pasada rápida no te aconsejamos que utilices la misma bayeta para todo, ya que estarías llevando gérmenes de un sitio a otro. Diferencia entre las bayetas que usas para limpiar el inodoro o la ducha y las del lavabo o los armarios.

5 – Zapatos en casa: si tomas la costumbre de descalzarte al entrar en casa y todos tenéis un calzado para dentro del hogar ahorrarás tiempo y esfuerzo en la limpieza de suelos. Colocar un banco, silla o butaca ayudará a que todo el que entre se acuerde de quitarse los zapatos y lo haga con más comodidad.

6 – La cama sin hacer: el mero hecho de dedicar 3 minutos a hacer la cama cada mañana permitirá que la habitación esté más limpia y ordenada. Es un simple gesto que ayuda a promover la organización en el dormitorio. Te ayudará a simplificar la tarea el hecho de elegir colchas y edredones cómodos a la hora de hacer la cama.

7 – No leer las instrucciones: muchas veces, por no leer las instrucciones de un producto de limpieza, no aprovechamos todo su potencial. ¿No ha salido la mancha tras el lavado? ¿Lo has dejado en remojo el tiempo que indica en la etiqueta? ¿Dejaste que el producto se diluyera previamente como advierte el fabricante? Lee las etiquetas. Te sorprenderás de todo lo que has estado haciendo mal.

8 – De abajo a arriba: limpiar el polvo requiere su técnica. Si queremos ahorrar tiempo y ser eficientes, debemos comenzar por la parte superior de los muebles y acabar por el suelo, con la aspiradora. Solo así evitaremos trabajar el doble. Además, si usas paños atrapapolvo desechables, procura cambiarlos cuando su color se torne grisáceo. De lo contrario, solo estarás empujando polvo con un trapo sucio.

9 – Tareas incompletas: aunque las interrupciones son inevitables, también en la limpieza, trata de acabar lo que has empezado. Si comienzas a planchar, evita tomarte un descanso para consultar las redes sociales o ver la televisión, porque lo más probable es que no logres culminar la tarea.

10 – Acumular: uno de los malos hábitos de limpieza más frecuentes es el de esperar a que todo esté hecho un desastre para ponernos manos a la obra. Es un hábito difícil de romper, pero si cada miembro de la familia se encarga de un área o una tarea cada día, la limpieza general después no será tan abrumadora.

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