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Cómo preparar la piel para el verano

08/05/2017

Con el buen tiempo llega la subida de temperaturas y su consecuencia directa en nuestro atuendo: comenzamos a quitarnos ropa y sustituimos las prendas de abrigo por otras más ligeras y frescas. Mangas cortas, escotes, espaldas, piernas y pies entran en contacto directo con el sol tras un largo invierno a resguardo del exterior. Pero, ¿está nuestra piel preparada para este cambio que a veces se produce de un día para otro? ¿Debemos exponer la piel al contacto directo con los rayos del sol sin tomar antes precauciones? Vamos a analizar algunos consejos que podéis llevar a la práctica fácilmente, ahora y en cualquier momento del año.

Utiliza cremas solares en la ciudad: la mayoría tenemos asociado el uso de protección a las vacaciones en la playa o el campo, pero no pensamos en el sol que nos castiga en nuestros trayectos en la ciudad. ¡Error! Aquí también es necesario aplicarla porque los rayos ultravioleta nos castigan con igual o mayor intensidad. Además, hay otra ventaja: la película protectora de la crema también cumple una labor aislante de la contaminación urbana. Las gorras o sombreros, que muchos sacamos solo en situaciones relacionadas con el ocio, también son muy recomendables para proteger el cuero cabelludo y el cutis del rostro, que es una de las zonas más sensibles y delicadas.

Exfolia tu piel: utiliza algún gel exfoliante, sobre todo en las primeras duchas del cambio de estación, para eliminar impurezas y células muertas. Ayúdate por una manopla especial o un guante de crin y repite este hábito una vez a la semana. La piel quedará libre de impurezas y tonificada, con los poros limpios. ¿El resultado? Un aspecto más uniforme, más suave y tu piel preparada para broncearse, siempre con precaución.

Alíate con los beta- carotenos: se trata de una provitamina (es la que da el color rojo a las verduras), necesaria para que nuestro organismo aproveche las vitaminas que ingerimos. Por ejemplo, la Vitamina A es fundamental para la regeneración de nuestra piel, previene el envejecimiento celular y además, ayuda a la visión. Y la Vitamina C Zanahorias, pimiento rojo, tomates, albaricoques, los frutos del bosque, los cítricos… No deben faltar en tu dieta diaria. Y si los comes crudos, mejor. Otra fuente importante de betacaroteno, esencial para que la piel aproveche bien los beneficios del sol, son las verduras verdes: espinacas, grelos, berros, repollo y acelgas. El pescado rico en Omega 3 también debe estar muy presente en tu mesa.

Mucha hidratación por dentro y por fuera: las infusiones como el té verde ayudan a mantener la piel hidratada y eliminar toxinas, y por supuesto el agua, que en verano es más necesaria si cabe. No es ninguna tontería llevar en el bolso una botella de agua y no esperar a tener sed para beber, sino tomarla de forma habitual durante el transcurso del día.

En cuanto al exterior, es fundamental la utilización de cremas hidratantes de calidad en cuerpo y rostro, recordando siempre que la de noche ha de tener características diferentes. Si prefieres optar por las cremas naturales, hay varias opciones: manteca de karité, aceite de jojoba, de coco, sésamo, macadamia… Hay que evitar las lociones, cremas, maquillaje, etc; que contentan alcohol en su elaboración. Los alimentos con Vitamina E -aceite de girasol, avellanas, almendras, nueces…- son también unos grandes aliados para la hidratación de la piel.

Y ahora, toca poner en práctica estos consejos, con especial atención a los niños y ancianos, cuya piel es mucho más delicada y requiere más protección si cabe para evitar manchas prematuras, erupciones, sequedad, quemaduras, etc.

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