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Los mejores y peores alimentos para el cerebro de un niño

03/04/2018
Los mejores y peores alimentos para el cerebro de un niño

Nuestro estilo de vida afecta directamente a la salud de nuestro cerebro. Especialmente en lo referente a la dieta, nuestras elecciones influyen enormemente a la hora de prevenir o mitigar enfermedades del cerebro como el Alzheimer, así como a la hora de favorecer o  mermar nuestras capacidades cognitivas.

El cerebro de un bebé contiene más de 100.000 millones de neuronas, un 20% más de las que tiene un adulto. Será en la adolescencia cuando ese sobrante se deseche de cara a la vida adulta. Los primeros tres años son esenciales para el desarrollo del cerebro en el niño porque es cuando descubrimos cómo pensar, cómo aprender, explorar y comportarnos. Según los científicos de la Clínica de Prevención del Alzheimer del Weill Cornell Medical College de Nueva York, la comida juega un pape fundamental en este desarrollo cognitivo temprano. Por eso es imprescindible que durante esta etapa les ofrezcamos alimentos ricos en nutrientes interesantes para el desarrollo del cerebro.

Los mejores alimentos para el cerebro de un niño

Toma nota de esta lista de 10 alimentos beneficiosos para el cerebro de un niño.

La avena: este cereal es rico en vitamina E, zinc y vitaminas del grupo B. Con un alto contenido en fibra, su bajo índice glucémico permite liberar glucosa en la sangre lentamente, lo que proporciona un flujo de energía constante a los niños.

Los frutos rojos: moras, arándanos, frambuesas, cerezas, moras y bayas de Goji son ideales para incluir en el almuerzo de los más pequeños porque contienen vitaminas que ayudan a mejorar la función cognitiva y la memoria. También son una excelente fuente de azúcar natural, con fibra, lo que les convierte en un alimento redondo para la salud.

Manzanas y ciruelas: fuente de antioxidantes beneficiosos para la salud de los más pequeños, son dulces en el paladar y llenas de fibra para el sistema digestivo.

Batatas: son uno de los primeros alimentos sólidos más apropiados que podemos ofrecer a los bebés, ya que disfrutan tanto de su sabor dulce como de su textura cremosa. Además, a nivel nutricional están repletos de antioxidantes, vitamina C, betacaronteno, hierro y cobre, esenciales para el cerebro.

Huevos: están llenos de nutrientes ideales para el desarrollo del cerebro como ácidos grasos omega-3, zinc, luteína y colina, nutriente del grupo de la vitamina B que ayuda a la formación de la memoria.

Yogur: el yogur ecológico, sin azúcar y orgánico es la segunda mejor opción para los bebés después de la leche materna. Sus vitaminas y ácidos grasos fomentan el crecimiento y el funcionamiento de las células cerebrales, mientras que los probióticos apoyan la salud intestinal y benefician el sistema inmunológico del bebé.

Pescado: el salmón, las sardinas o la caballa son ricos en ácidos grasos omega-3, de la misma tipología que que la masa cerebral, compuesta en más de un 50% por grasa.

Aguacate: algunos estudios apuntan a que la composición de grasa del aguacate es similar a la de la leche materna. Este fruto apetitoso y versátil es una gran fuente de grasas saludables que promueven el flujo sanguíneo al cerebro.

Vegetales: la verdura que contiene colores vivos y verdes intensos contiene antioxidantes y vitaminas como el folato, que permiten a las células cerebrales crecer y mantenerse sanas.

Carne: fuente de proteínas, zinc, hierro y grasas, es importante según la Academia Estadounidense de Pediatría para el desarrollo cerebral de los niños.

Los peores alimentos para el cerebro de un niño

También son alimentos nocivos para cualquier adulto, pero cada vez más parecen sustituir a los verdaderos alimentos. Son productos refinados, procesados y envasados que nada tienen que ver con los alimentos reales. Si deseas que tus hijos crezcan saludables e inteligentes, comienza por evitar este tipo de alimentos en su dieta:

Comida rápida, llena de grasas trans y azúcar, que la hacen adictiva.

Azúcar blanca: no es un alimento en sí, pero nos referimos a los alimentos que lo contienen o a los que lo añadimos.

Harinas blancas: pan, pasta, galletas, pasteles, etc,

Carnes procesadas: salchichas, embutidos, hamburguesas, etc.

Refrescos y batidos: bebidas con alto contenido en azúcar

Quesos procesados: quesitos, queso americano, etc.

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