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Seis errores que cometemos al aplicarnos la crema solar

23/05/2017

Con el buen tiempo llega el calor, nos desprendemos de la ropa y los rayos solares entran en contacto directo con nuestra piel. Hay una concienciación ya extendida sobre la importancia de protegernos con cremas solares. ¿Pero sabemos hacerlo correctamente? Vamos a analizar seis errores que cometemos habitualmente para que esta primavera/ verano consigamos tener la piel protegida, hidratada y con un bronceado sano.

1. Esperar al sol abrasador: solemos recurrir a las cremas solares solo en la playa o cuando sentimos el castigo del sol con más intensidad. Y esto no es nada aconsejable. Es necesario preparar la piel con antelación y utilizar cremas hidratantes con protección de forma cotidiana después de la ducha. Hay que tener en cuenta que la piel se ha llevado todos los meses de invierno a resguardo de la intemperie, y aunque no nos moleste el sol primaveral, la radiación ultravioleta está ahí y hay que protegerse de sus efectos prejudiciales que también nos amenazan sencillamente cuando caminamos por la calle en manga corta.

2. Elegir un factor de protección menor al necesario: en nuestro afán por conseguir un favorecedor bronceado insistimos en aplicarnos una crema solar con un factor de protección bajo. Si hacemos esto, no estaremos ayudando a nuestra piel ni a broncearse ni a protegerse, sino a quemarse. Será como si no nos pusiéramos nada. Hay que ser coherentes y elegir una protección alta, sobre todo en las primeras semanas de exposición solar. Y recuerda que la calidad tiene un precio, el cuidado de tu piel no: elige una buena protección, a ser posible a la venta en farmacias. Te alegrarás.

3. Aplicarnos protección una sola vez: otra costumbre muy arraigada es aplicarnos la crema una sola vez, cuando llegamos a la playa, y guardarla en la bolsa hasta el día siguiente. ¡Error! En primer lugar, es aconsejable aplicar la protección un rato antes de la exposición solar. Por ejemplo, en casa al ponernos el bañador. Y por supuesto, hay que renovar la crema varias veces, aunque sea resistente al agua. Los roces, el sudor, la arena y los propios baños o el contacto con nuestros seres queridos, como los niños que cogemos y abrazamos, van eliminando poco a poco la protección. No cuesta nada, cada dos o tres horas, volver a aplicarnos la crema y repasar las zonas más expuestas.

4. No elegir una crema distinta para la cara: el rostro es una de las zonas más delicadas de nuestro cuerpo. Su piel es más fina y frágil y requiere un mayor mimo y cuidado si no queremos tener un envejecimiento prematuro, aparición de manchas, pecas, etc. Lo más aconsejable es utilizar una crema distinta y específica para la cara, con una protección más elevada que para el resto del cuerpo. Tampoco está de más que te acostumbres a llevar siempre un gorro o sombrero con visera que te proteja del dañino contacto directo con el sol.

5. Aplicarnos solo la crema en las zonas sin ropa: hay que aplicar la crema en todo el cuerpo, esté o no tapado por la ropa o el bañador. La ropa puede tener pliegues o ranuras que dejen la piel desprotegida al contacto con los rayos ultravioletas. Este es otro motivo por el que se aconseja aplicar la crema en casa, antes de ir a la playa: debemos cubrirnos todo el cuerpo.

6. Olvidarnos del ‘after- sun’: tan importante como el antes, es el después. El ‘after- sun’ es de esos productos de los que solo nos acordamos cuando nos quemamos o sentimos la piel irritada. ¿Por qué? Si después de las exposiciones solares, cuando nos duchamos y tenemos limpia la piel, nos acostumbramos a aplicar esta loción, no solo reforzaremos la hidratación y la protección, sino también el bonito bronceado del sol.

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