Aprovecha la vuelta al cole para reforzar o establecer nuevos vínculos con el profesor de tu hijo. Sobre todo en los primeros años de la etapa escolar, el profesor de tu hijo se convierte irremediablemente en parte de la familia. Debido a la cantidad de horas que pasan juntos, el maestro se erige como un adulto de referencia para el niño, capaz de ayudar a los padres a entender tanto los problemas como los progresos de su hijo en el colegio.
Es por eso que, para los padres, mantener una relación cordial con dicho maestro puede llegar a ser muy beneficioso a la hora de obtener una amplia perspectiva de la evolución de su hijo en la escuela. Para conseguirlo, cada comienzo de curso hay que plantearse una serie de pautas y hábitos a través de los cuales se construirá la relación. Aquí te recomendamos algunos de ellos:
- Sé cordial: preséntate el primer día de curso y saluda amablemente cada mañana. Será un ejemplo de buena educación y cordialidad para tu hijo, que sabrá observar que sus padres respetan a su profesor, postura que probablemente acabe por imitar. Si tenéis cosas en común (tenéis misma edad, estudiasteis en la misma universidad, tenéis amigos comunes, etc.) no tengas reparo en aprovecharlas para profundizar hacia una relación de confianza.
- Valora su trabajo: pocas veces los maestros reciben agradecimientos por su labor diaria con los niños. Si se da la ocasión, exprésale tu gratitud por los avances conseguidos con el niño, por tareas o actividades que hayan sido iniciativa suya y transmítele el cariño y la admiración que tu hijo siente por su profesor (una actitud que se cumple en la mayoría de los casos).
- Trata los problemas en horas de tutoría: nunca les abordes sobre la marcha, al final de la jornada lectiva. Trata los problemas o dudas sobre tu hijo con seriedad y formalidad en reuniones privadas en las que la atención mutua sea total.
- Acude a las reuniones: los padres deben hacer un esfuerzo por estar presentes en todas las que se convoquen, para mantenerse al día de las novedades del centro. Si lo crees necesario, participa con preguntas relativas a la dinámica general, y nunca trates temas que afecten exclusivamente a tu hijo. Déjalos para las reuniones privadas.
- Ataja los problemas de inmediato: si tu hijo o tú tenéis algún tipo de problema que concierna al profesor, trata de remediarlo lo antes posible. No dejes que persista para que no se convierta en un problema mayor. Muchas veces, el profesor permanece ajeno a estos problemas hasta que los padres se los comunican, por lo que es importante actuar con rapidez.
- Sigue la jerarquía escolar: ante cualquier problema, acude primero al maestro. Nunca te dirijas directamente a un puesto superior como el jefe de estudios o el director, porque puedes generar desconfianza hacia el maestro de tu hijo. En caso de que con este no puedas llegar a una solución, entonces deberá tomar ese camino como segundo paso.
- Escucha al maestro: no siempre te gustará lo que tiene que decir sobre tu hijo. Trata de mostrar empatía y ser objetiva respecto a los problemas que plantea. Si siente que cuenta con tu colaboración, el mayor beneficiado será el niño. En cambio, si solo te pones a la defensiva, te convertirás en parte el problema para el profesor de tu hijo.
También te puede interesar: