Las «pataletas» son un tipo de reacciones exageradas capaces de sacar de quicio a los padres y madres más serenos. También pueden sacarles los colores, ya que son muy frecuentes en lugares públicos. La imagen de un niño en un supermercado, tirado en el suelo y gritando desesperado para conseguir que sus padres le compren un antojo es todo un icono.
Y no es de extrañar, ya que según los expertos esta actitud es un fenómeno natural en un determinado estadio evolutivo del niño, que corresponde a la edad de dos o tres años cuando sus emociones suben y bajan sin control. A medida que se hacen mayores, las rabietas remiten y terminan desapareciendo. ¿Pero cómo actuar cuando el niño está en plena «pataleta»?.
- En primer lugar, y aunque cueste, hay que intentar mantenerse tranquilo. Con el enfado o la frustración de sus padres la rabieta aumenta, o si está desapareciendo vuelve. Tampoco es momento de razonar con ellos porque no escucharán nada. Lo mejor es ignorarlos. Más tarde ya habrá momento de dar explicaciones.
- El enfado del niño no puede conseguir que los padres den su brazo a torcer, si es así descubriría que es la herramienta perfecta para conseguir lo que quiere. Pero cuando se le pase, se le trata con normalidad, sin regañarle.
- Los padres deben estar unidos respecto a las decisiones y los dos mantenerlas ante la rabieta del niño. Asimismo, los abuelos, tíos o amigos deben saber cómo se les suele tratar en este momento y actuar del mismo modo.
- También es bueno saber anticiparse. Si el pequeño se distrae fácilmente con un juguete o un tentempié, puede ser una medida de distracción ideal cuando las cosas se pongan difíciles. Y se ahorrará un disgusto.
- De igual modo, conociendo a su hijo el padre sabrá cómo tratarlo. Si está irritado o cansado, puede que al meterle prisa arranque una de las grandes rabietas. Hay que ser paciente y comprensivo. A veces, la «pataleta» puede significar que le desborda una situación.
- En resumen. Paciencia. El padre o madre no debe dejar que la rabieta le altere, y mantener la calma en los lugares públicos. No significa que el niño esté malcriado, necesita su tiempo.
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