Las plantas de interior son una solución decorativa recurrente en la mayoría de hogares ya que aportan un toque de frescura y naturaleza a nuestras habitaciones que difícilmente podríamos conseguir con muebles u objetos de diseño. Sin embargo, las plantas naturales necesitan unas condiciones concretas para sobrevivir dentro de nuestros hogares que no siempre se dan.
Por lo general, las plantas necesitan:
– Iluminación: al ser la base de su existencia, necesitan luz en abundancia. Las plantas de interior deben estar en habitaciones con grandes ventanales que se mantengan iluminadas durante las horas de sol. Como regla general, debes tener en cuenta que las orientaciones sur y este, siempre son preferibles que las norte y oeste por las condiciones de iluminación.
– Humedad en el aire: las plantas que se venden para decorar las casas suelen tener procedencias tropicales, por lo que necesitan un mínimo de humedad. Por eso, a veces el cuarto de baño se convierte en la estancia ideal para nuestras macetas. Por ejemplo, el bambú, las orquídeas o la clásica planta araña son buenos ejemplos para decorar nuestros baños.
– Agua: el riego es una necesidad ineludible de las plantas naturales y aunque parezca una tarea sencilla, suele ser la causante de que muchas de nuestras plantas de interior no salgan adelante. Nuestro desconocimiento de la cantidad de agua necesaria y la frecuencia con que debemos regar nos lleva muchas veces a cometer excesos y “ahogar” nuestras plantas. Si no tienes experiencia en este sentido, lo más recomendable es que observes tu planta. Si las hojas empiezan a perder el brillo y amarillean, es que necesita más riego. La norma general es siempre regar con frecuencia y en pocas cantidades.
Además, puedes tomar nota de estos consejos prácticos para mantener sanas y bonitas tus plantas de interior:
– Para trasplantar: espera al menos un mes desde que compras la planta hasta que la trasplantes para permitir que se aclimate.
– Fertilizante: pasados unos quince días desde la compra de la planta, puedes añadir fertilizante para garantizar que esta crece sana y bonita. Cuando lo hagas, moja ligeramente la tierra de la maceta. También es conveniente mojar la tierra antes de echar el abono. Resultan muy prácticos los fertilizantes granulados, cuyos componentes van penetrando poco a poco en la tierra.
– Limpia las hojas: elimina cada semana el polvo acumulado en las hojas de tus plantas de interior. Si se trata de una planta grande, hazlo con un trapo humedecido en agua. Si tiene hojas pequeñas, utiliza un pulverizador con agua a temperatura ambiente.
– Colócalas juntas: así crearás un micro clima de humedad beneficioso para todas las plantas, que compensará la falta de calor.
– Elimina las partes secas: para evitar que la planta desperdicie energía en estas partes. Si es necesario, corta hojas, ramas y flores procurando siempre no tocar el tallo.
– No las estreses: el hecho de estar cambiando de sitio una planta constantemente puede hacer que se estrese. Por eso, procura colocarla en un lugar definitivo y no en uno en el que estés obligado a moverla constantemente.
– Cuidado con las raíces: airea la tierra de vez en cuando para que se oxigenen y evita dejar agua en la base (en un plato, por ejemplo) para que no se pudran.
– Cambio de maceta: cuando las raíces de la planta sobrepasen la capacidad de la maceta, es momento de trasplantarla. Elige una que supere en 2 ó 3 centímetros a la actual.
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