El verano se acerca y muchos ya temen el momento de reposar entre las sábanas e intentar descansar cuando arrecie el calor. Las noches en que el mercurio supera los 27 grados son especialmente conflictivas a la hora de conciliar el sueño. Si a esto le sumamos el ruido que pueda llegar por las ventanas abiertas, los mosquitos o la alteración de horarios, dormir se convierte en una complicada tarea para muchos.
¿Con qué nos podemos ayudar para aliviar esas temibles noches y tener un sueño profundo y reparador? Una acertada elección de las sábanas es una de las claves fundamentales para dormir bien. Hay que tener en cuenta que en verano dormimos con menos ropa y nuestra piel está en contacto directo con la ropa de cama. En este sentido lo más recomendable siempre es decantarse por las sábanas de fibras naturales, que permite la transpiración del aire y el sudor. Las de tejidos sintéticos son de peor calidad y retienen el calor, y aunque son más económicas, merece la pena invertir en unas sábanas de calidad: vamos a ganar en descanso, confort y calidad de vida.
A continuación vamos a repasar cuáles son los mejores tejidos de sábanas para no pasar calor en las noches de verano o al menos reducir el efecto negativo de la subida del mercurio.
Algodón 100%: sin duda un tejido muy recomendable y el más habitual en los hogares. Pero ojo, no todos los algodones son iguales. El percal se caracteriza por estructura de hilos que se entrecruzan a lo largo y ancho. Es un tejido de tacto natural, con bastante transpiración y muy resistente. El satén se diferencia por tener un acabado más brillante, debido a la disposición de los hilos, y es más suave que el percal, aunque lo iguala en resistencia y también tiene una alta capacidad transpirable.
Algodón egipicio: dedicamos un espacio aparte para este tipo de algodón por su gran calidad y por la cantidad de hilo que poseen las sábanas. Se hace de una planta llamada Gossypium barbadense, que crece en el valle del río Nilo y suministra fibras el doble de largas que la planta convencional, con lo que es posible la producción de hilos más finos. ¿El resultado? Tejidos más suaves, brillantes y duraderos. Además, su acabado mejora con cada lavado y no se genera ese molesto desgaste en forma de bolitas que raspan la piel. Y por supuesto, el algodón de egipcio es altamente transpirable, con lo que se mantendrá fresco en verano y cálido cuando necesitemos abrigarnos en invierno.
Seda natural: entramos en un terreno que podríamos considerar ‘de lujo’ porque las sábanas de seda encarecen su precio. Eso sí, las ventajas son muchas: su calidad, suavidad y capacidad termoreguladora son incuestionables, pero es que además la seda produce una proteína natural que repele los ácaros e impurezas del aire, con lo que se crea un entorno más saludable para dormir y especialmente sano para los alérgicos. La seda natural también es hipoalergénica y respeta las pieles sensibles o con problemas de eczcemas o dermatitis.
Bambú: en los últimos años el bambú ha cogido fuerza como material para sábanas de calidad, transpirables y que se adaptan a la temperatura natural de nuestro cuerpo. Y al igual que la seda natural, el bambú es también muy recomendable para las personas con problemas respiratorios. Las sábanas de bambú son tan suaves y resistentes como el algodón egipcio y 100% ecológicas. En definitiva, reúne grandes ventajas de dos tejidos en uno y por eso las recomendamos como una buena apuesta para tus noches de verano.
Lino: ¿sabías que las momias del antiguo Egipto están envueltas en lino? Se trata de un tejido ancestral, muy versátil -se utiliza para prendas de vestir, cortinas, mantelerías, ropa de cama…- y súper resistente. Sus fibras son más fuertes que las del algodón y la seda, pero al mismo tiempo el tacto es suave y ligero. Una importante cualidad es que rechaza los microbios neutraliza los olores, lo que lo hace especialmente aconsejable para las sábanas de niños y personas mayores, más vulnerables. También absorbe el sudor y evita que se peguen al cuerpo, algo esencial en verano. Pero también son aptas para el invierno porque se adaptan a la temperatura corporal.
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