Cuando no tenemos tiempo para cocinar a diario, el congelador se convierte en nuestro gran aliado. Porque nos permite conservar en perfectas condiciones platos y alimentos listos para consumir una vez se hayan descongelado.
Por ejemplo, es muy útil congelar cuando cocinas distintas recetas el fin de semana y deseas poder dosificarlas en raciones para distintos días de la semana. Pero también cuando hacemos una gran compra que incluye alimentos frescos que necesitan ser congelados para aguantar el tiempo necesario hasta que los vayamos a cocinar o consumir.
Pero hay algunos alimentos que, bien porque pierden su textura o apariencia o bien porque se estropean, no deben ser introducidos en el congelador. Toma nota:
– Ni yogur, ni leche: los lácteos líquidos pierden su consistencia tras la congelación, que hace que aparezcan grumos. Solo es admisible en ambos casos cuando vamos a utilizarlos para cocinar y no nos importe su consistencia. En ese caso, deja que se descongele dentro de la nevera y nunca lo hagas a temperatura ambiente. También los quesos pierden su textura original tras el congelado.
– Lechuga: cualquier variedad de lechuga se marchitará con la congelación, perdiendo su textura crujiente y su sabor.
– Huevos: el huevo fresco se reventarán tras unas horas en el congelador, puesto que la clara y la yema aumentarán su masa al congelarse y la cáscara no será espacio suficiente. La clara del huevo sí puede congelarse en un recipiente para un uso posterior.
– Pasta y arroz: quien haya probado alguna vez a congelar algo de pasta o arroz sabrá lo desagradable de su textura una vez se descongela.
– Patatas: es posible congelar patatas, pero la textura que queda tras este proceso poco tiene que ver con lo que tiene que ser una patata. Suelen quedarse blandas y arenosas.
– Fruta: salvo que se congele troceada y limpia para usar después en alguna receta, pierde todo su sabor y cambia drásticamente su textura, volviéndose ciertamente desagradable. Lo mismo sucede con otros vegetales como la cebolla, el tomate o el pepino.
– Fritos: aunque se mantienen en el congelador, pierden toda la consistencia de su textura, sobre todo si están rebozados o empanados. No merece la pena congelar este tipo de comida.
– Pasteles y tartas: el congelado afecta tanto al sabor y textura de los pasteles como a su apariencia física.
– Mayonesa: con la congelación pierde todo su sabor y cambia mucho la textura.
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