La cebolla es un ingredientes que prácticamente usamos a diario en la cocina. Tiene múltiples ventajas culinarias, así como para nuestra salud. Pero también, un gran inconveniente: cortar cebolla hace que nos lloren los ojos. La razón de este lagrimeo se debe al sulfóxido de tiopropanal que desprende la cebolla cuando cortamos su carne y que resulta irritante para nuestras mucosas.
Este efecto se produce cuando nuestra cabeza está justo encima de la tabla donde estamos cortando la cebolla, con lo que retirarla un poco e incluso encender el extractor puede ayudar bastante. Asimismo, si tenemos los ojos sensibles, debemos evitar las cebollas viejas, puesto que son las que más nos irritarán al cortarlas.
En general, existen varios trucos para mitigar el efecto de esa sustancia en forma de gas que desprende la carne de la cebolla, si bien ninguno resulta infalible del todo:
– Rociar la tabla de cortar con vinagre. Los ácidos del vinagre ayudan a neutralizar las emanaciones de la cebolla minimizando en gran medida su efecto en nuestros ojos. Si además impregnamos de vinagre la hoja del cuchillo conseguiremos mejores resultados, aunque puede que no nos convenga hacerlo según qué comidas vayamos a preparar, ya que transmitirá su sabor. También puedes usar un poco de jugo de limón.
– Meter la cebolla pelada durante 15-20 minutos en el congelador. El gas que nos irrita es menos volátil cuando la cebolla está fría, por lo que metiéndola en el congelador el tiempo suficiente conseguiremos evitar que llegue hasta nuestras mucosas. Por esta misma razón, es aconsejable conservar siempre las cebollas en la nevera, desde el momento que las compramos.
– Escaldar la cebolla en agua hirviendo. Este escaldado permitirá suavizar la cebolla y reducir la emanación del gas que nos irrita los ojos. Una vez escaldada, pasa la cebolla bajo el chorro de agua fría. Entonces podrás cortarla inmediatamente o por el contrario almacenarla en la nevera para futuros usos. Si además echamos un chorro de vinagre se suaviza también el sabor de la cebolla, algo que puede resultar útil para consumirla en ensaladas, por ejemplo.
– Sumergir la cebolla en agua fría. Retirar la capa más externa de la cebolla y meterla en agua durante unos minutos ayudará a rebajar la cantidad de gas que desprende la cebolla. Puedes hacer esto con todas las cebollas que tengas y después almacenarlas en la nevera para consumirlas cuando te apetezca.
– Picarla dentro de un bol con agua. Aunque el agua consigue eliminar casi por completo el sulfóxido de tiopropanal, este es un truco válido para cuando queremos cortar la cebolla en trozos grandes, ya que para cortarla fina resulta incómodo.
– Usa un cuchillo profesional o «cebollero». Cuanto mejor corte el cuchillo que empleamos para trocear la cebolla, menos nos irritará. La razón es que los cuchillos que no cortan bien machacan la carne de la cebolla y esto provoca que todavía más los jugos que nos irritan.
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