El pasado 26 de octubre la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una advertencia a nivel global sobre la relación directa que existe entre el consumo de carne roja y carnes procesadas y la aparición de ciertos tipos de cáncer como el colorrectal, de páncreas o de próstata.
Dentro de la categoría de carne roja, la OMS incluye todas aquellas que procedan del músculo de mamíferos, como son la de vaca, buey, cerdo, cordero, cabra o caballo. Asimismo, señala como carnes procesadas las salchichas, hamburguesas, jamón, cecinas, carnes en lata, salsas con carne y todas aquellas que han sido sometidas a un proceso de salazón, curado, fermentación, ahumado y demás tratamientos para mejorar el sabor o la conservación.
En principio, fuera de esta clasificación quedarían los embutidos y chacinas ibéricas, puesto que se elaboran de forma artesanal y con conservantes naturales.
Por otra parte, la organización recordó que «la carne roja tiene un valor nutricional» por lo que no se trata de eliminarla de nuestra dieta, sino de llevar un consumo saludable. Igualmente, la carne roja y procesada es uno de los alimentos cuyo consumo hay que restringir para evitar el exceso de colesterol, la aparición de enfermedades cardiovasculares y la obesidad.
De hecho, la Fundación Dieta Mediterránea recomienda un consumo moderado de carne roja, a ser posible, como parte de guisos y recetas, mientras que recomienda cantidades pequeñas de carnes procesadas, siempre «como ingredientes de bocadillos y platos». Asimismo, señala la preferencia por carnes magras, siempre en recetas con «base de verduras y cereales».
Carne roja vs. procesada
Como se puede comprobar en la pirámide alimenticia de la dieta mediterránea, las carnes rojas y procesadas están en la parte más alta de la pirámide, lo que implica que, aunque forman parte de la alimentación, su consumo debe ser ocasional.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre ambos tipos de carne señalados por la OMS, y es que la carne roja aporta proteínas, minerales y vitaminas beneficiosos para el organismo, mientras que preparados como hamburguesas o salchichas solo contienen ingredientes nocivos para nuestra salud. Por tanto, el consumo de la carne roja a niveles moderados se considera saludable, mientras que el consumo de procesados es totalmente prescindible.
Por tanto, el consumo saludable recomendado es de no más de dos raciones de carne roja a la semana y una, en caso de las procesadas. En su lugar, el aporte proteico de la carne puede sustituirse por pescado, huevos (también de forma moderada) y carnes blancas como la de pollo, pavo o conejo.
Asimismo, dentro de las carnes rojas es preferible optar por carnes ecológicas y presentaciones no demasiado hechas, que resultan menos saludables.
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