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Consejos para la siesta perfecta

20/06/2014
Los secretos de una buena siesta

Muchos creen que se trata únicamente de una costumbre española, pero, en realidad, es un hábito que se sigue en multitud de países de todo el mundo y que responde casi a una necesidad biológica. Así, la conocida como «hora de la siesta» coincide con aquel momento inmediato a la comida en el que la mayor parte de la sangre de nuestro cuerpo se concentra en el sistema digestivo, dando lugar a cierta somnolencia y estado de letargo. Además, la ciencia dice que es una actividad que, ejercitada en su tiempo ideal, es beneficiosa para la salud, en tanto en cuanto el descanso mejora la memoria, el rendimiento posterior y elimina el estrés acumulado.

Además, la siesta puede ser un complemento perfecto para el descanso de aquellas personas que, por diferentes motivos, no pueden dormir las suficientes horas durante la noche.  Y es que los niños o los madrugones para ir a trabajar, incompatibles con las tareas vespertinas y nocturnas que cada día nos impiden acostarnos pronto, a veces imposibilitan descansar el mínimo de ocho horas que los especialistas recomiendan. En casos como estos es más que recomendable cumplir el ritual de la siesta, teniendo en cuenta una serie de consejos para garantizar que sus efectos serán positivos.

Las claves de una buena siesta

La duración: dicen los expertos que la siesta ideal debe durar entre 20 y 30 minutos y en ningún caso exceder la media hora, ya que de lo contrario podríamos levantarnos desorientados, mareados y de mal humor. Lo mejor es utilizar alguna alarma que nos despierte pasado ese tiempo para evitar dormir más para así tener simplemente una sensación de «inicio» del cuerpo y la mente.

El lugar: elegir el lugar idóneo donde dormir la siesta es muy importante a la hora de cumplir el objetivo anterior. Debe ser cómodo, parcialmente oscuro y con temperatura agradable. El sofá se postula como un lugar ideal, aunque no tiene por qué estar en el salón. Una sala de estar con sillón puede ser también un lugar idóneo. Lo mejor es evitar la cama (salvo necesidades especiales de sueño, por «jet lag», enfermedad, insomnio o un trabajo nocturno, por ejemplo) para no caer en el exceso de tiempo.

El momento: por los motivos biológicos a los que hemos aludido antes, el momento del día ideal para esa siesta breve es inmediatamente después de comer. Nuestro cuerpo tendrá una predisposición natural a conciliar el sueño si las condiciones son las adecuadas.

Ropa cómoda: si el tiempo que tienes te lo permite usa ropa cómoda para esos 3o minutos de siesta. Como un chándal, por ejemplo. Si no es posible, quítate los zapatos, la corbata, el cinturón, la bisutería o cualquier prenda ceñida que pueda resultarte incómoda. Conseguirás que la sensación de descanso sea mayor.

Sin ruidos: lo mejor es aislarse parcialmente para conciliar el sueño a la primera. Si estamos viendo la televisión, bajar el volumen lo más posible. También puede resultar idóneo poner algo de música de fondo o algún sonido relajante. Si el ruido de alguna obra, un perro ladrando o el llanto de un bebé amenazan con complicarnos la tarea, lo mejor es usar tapones para los oídos, colocando cerca el despertador para oírlo sin problemas.

Usa técnicas de relajación: no es difícil que, teniendo el tiempo justo para disfrutar de una breve siesta, la mente no nos deje desconectar del trabajo y los problemas y nos impida conciliar el sueño después de comer. Si es el caso, puedes probar con alguna técnica de relajación sencilla. Por ejemplo: realiza respiraciones profundas mientras vas pensando en cómo adquiere peso cada parte de tu cuerpo.

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