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Diez consejos para empezar una dieta saludable

09/05/2014
Diez consejos para empezar una dieta saludable

Se acerca el verano y, como cada año, la expresión «operación bikini» empieza a rondarnos la cabeza, fruto de la insistencia de medios de comunicación, reclamos publicitarios e incluso amigos. Muchos olvidan la importancia de una dieta saludable y centran su atención en conseguir bajar de peso en poco tiempo, cueste lo que cueste.

Pero una dieta demasiado severa o inapropiada puede desencadenar efectos secundarios nada deseables en nuestro organismo, desde mal aliento, a problemas en la piel, pasando por diferentes enfermedades de los órganos de nuestro cuerpo. Lo ideal es que te plantees cambiar tus hábitos de vida para hacerlos más saludables y de paso establecer un plan de alimentación sano. Para ello, consulta con tu médico y toma las siguientes precauciones:

Sé coherente con tu rutina diaria: en un mes no se puede conseguir lo que no se ha logrado en todo el año. Así que no te castigues con una durísima dieta si luego no vas a seguir unos hábitos de vida saludables. Además de maltratar tu organismo, no tardarás en recuperar los kilos que has perdido. Lo mejor es que combines la dieta saludable con ejercicio de forma constante y responsable. Márcate un calendario de actividades a las que acudir en tu gimnasio o de ejercicios que hacer por tu cuenta.

Come de todo: abstente de dietas que se centran en un solo alimento, por muy exótico que sea. Nuestro organismo está diseñado para funcionar con todos los nutrientes necesarios. Aunque pierdas peso rápidamente, tu salud se acabará resintiendo. Lo único que debes reducir al máximo en tu dieta son las grasas animales, la bollería industrial y las golosinas. Lo demás, consumido en su justa medida, cumplirá una función imprescindible en tu organismo.

Desayuna mucho, come bien, cena ligero: es una regla popular, pero no por ello carente de lógica. La idea es hacer un desayuno completo que te aporte energía para el día y te permita aguantar sin picar hasta la hora de comer. En la comida, toma platos completos, con su guarnición, aunque no demasiado pesados de digerir. También puedes merendar algo sano como una pieza de fruta o un zumo para calmar las ansias a la hora de hacer la comida más ligera del día: la cena. El pescado a la plancha, las ensaladas completas, las tortillas sencillas o las ensaladas de frutas son ideales para consumir antes de acostarnos.

No sigas cualquier dieta que te recomiendan otros: ninguna dieta es universal ni milagrosa y lo que a unos les ha ido «de maravilla», para otros puede resultar tremendamente nocivo. Si decides seguir un plan de dieta estricto, acude a tu médico para que te recomiende uno adecuado a tu edad, estatura, peso y necesidades. Si lo cree conveniente, te acabará derivando al endocrino para un diagnóstico más personalizado.

Reduce grasas animales, sal y dulces: si has ganado unos kilos, es posible que reduciendo su consumo consigas volver a tu peso ideal. Es algo que todos sabemos, pero que preferimos evitar recurriendo a planes que nos prometen perder peso rápidamente y sin esfuerzo.

No te saltes comidas: a veces pensamos erróneamente que si nos saltamos el desayuno o la comida lograremos perder peso con más rapidez. Por un lado, puede que lo que consigamos sea solo acumular mayor ansiedad y comer desproporcionadamente en la siguiente comida. Pero por otro, estamos alterando la actividad de nuestro metabolismo, acostumbrado a la ingestión de nutrientes para hacer frente a nuestra actividad diaria.

Desconfía de las dietas milagro: si existiera alguna dieta para perder peso rápidamente y sin esfuerzo, sin tener consecuencias nefastas para la salud, todo el mundo la seguiría, pero no es así. Cada cuerpo requiere unas medidas específicas que solo un médico puede determinar y no todas las dietas valen para todo el mundo. Especialmente si se anuncian por internet como método milagroso de adelgazamiento.

VER TAMBIÉN: El peligro de adelgazar con dietas milagro

Haz ejercicio: si quieres que tu dieta tenga efectos prolongados más allá del plan de régimen, incluye algún tipo de actividad deportiva en tu rutina diaria. No solo puede convertirse en un agradable hobby, sino que además puede ayudarte a no tener que hacer una dieta nunca más. El secreto es la constancia y la moderación, ya que una actividad física excesiva y repentina puede tener efectos negativos, especialmente si nuestro cuerpo no está acostumbrado.

Ten paciencia: perder los kilos de más te llevará un tiempo de esfuerzo para la creación de nuevos hábitos saludables. No pretendas conseguir tus objetivos en una semana. Márcate un plazo razonable y sé constante en tus metas. Y recuerda que el objetivo no es tener un cuerpo mejor para lucirlo en la playa, sino llevar una vida más saludable todo el año.

Date algún capricho: cualquier dieta permite una jornada de desfogue para el paladar. Márcate una comida a la semana en la que puedas tomar algo prohibido o restringido en tu nueva dieta. Ayudará a calmar tus ansias y comprobarás que poco a poco asumes mejor tus nuevos hábitos alimenticios.

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