Las bebidas alcohólicas acompañan inevitablemente multitud de situaciones sociales de forma que su consumo es generalizado entre los adultos. Además, cada vez es menor la edad con la que los adolescentes se inician en el consumo del alcohol, en su mayoría, buscando imitar un modelo que se asume como normalizado entre los adultos. Comidas, cenas, aperitivos, fiestas, celebraciones, reuniones en familia, en pareja o con amigos suelen desarrollarse en contextos donde el alcohol es uno de los protagonistas. Especialmente, el vino y la cerveza están socialmente aceptados como parte de una gran mayoría de interacciones, olvidando a veces los efectos del alcohol en nuestro organismo.
Antes de adentrarnos en las fiestas navideñas y la cantidad de eventos y celebraciones que normalmente vienen asociados a ella, desde Flota queremos recopilar los efectos del alcohol sobre el organismo que tienen lugar cada vez que consumimos alcohol:
– En general, cuando consumimos una bebida alcohólica, el nivel de azúcar en sangre desciende drásticamente, provocando una sensación de debilidad.
– En cuanto al corazón, el alcohol provoca una aceleración del pulso y la actividad cardíaca en general. Otro de los efectos del alcohol inmediatos sobre el sistema circulatorio es que aumenta la vasodilatación, lo que provoca el enrojecimiento visible de la piel, así como el aumento de la temperatura de esta.
– Cuando la dosis comienza a ser elevada, los síntomas más frecuentes suelen ser visión borrosa y falta de coordinación, así como disminución de los reflejos. El alcohol también afecta a la desinhibición, en el sentido de que disminuye la capacidad de autocontrol.
– El consumo de alcohol también provoca la irritación e inflamación de las paredes del estómago que a la larga puede desencadenar consecuencias más graves. En general, el alcohol está directamente relacionado con el cáncer de estómago, esófago, laringe o páncreas, entre otros.
– Las bebidas alcohólicas afectan también de manera inmediata a los riñones, provocando la pérdida de líquidos que da lugar a la deshidratación, que a su vez provoca los dolores de cabeza propios de la resaca.
Además, los efectos del alcohol en el organismo se pueden agravar en función de otros factores como el peso, el sexo o la frecuencia con la que se consumen bebidas de este tipo. Igualmente, la rapidez con la que se ha producido la ingesta de alcohol puede influir en las posibilidades de intoxicación etílica, especialmente cuando no se han ingerido alimentos de manera simultánea. Por otro lado, combinado con medicamentos comunes como analgésicos o tranquilizantes, el alcohol provoca un efecto sedante.
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