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Diez errores que cometemos al hacer ejercicio

10/10/2014

Quienes deciden practicar ejercicio de forma no profesional, ya sea por su cuenta o en un centro deportivo deben saber que no es suficiente con comprarse ropa deportiva bonita. El deporte requiere de una disciplina que incluye rutinas imprescindibles para conseguir buenos resultados y evitar lesiones.

Por eso, lo primero que hay que hacer al inscribirse en un gimnasio es pedir el asesoramiento del personal del centro, para que planifique rutinas de entrenamiento adecuadas a nuestra edad y nuestra condición física. Además, es conveniente repasar los errores más comunes que, según los profesionales, todos cometemos al practicar deporte de manera no profesional:

Hacer ejercicio en ayunas: cuando nos acostumbramos a esta práctica, corremos el riesgo de sufrir una hipoglucemia. Además, lo normal es que nuestra capacidad de resistencia sea menor por la falta de energía y nutrientes. Por otro lado, tampoco se aconseja hacer deporte justo después de una comida, sobre todo si es copiosa.

No calentar: antes de realizar cualquier ejercicio debemos calentar músculos y articulaciones entre diez y quince minutos como mínimo. Solo así evitaremos las lesiones y garantizaremos el pleno rendimiento de nuestro cuerpo durante la actividad deportiva posterior.

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No estirar: al finalizar cualquier actividad, debemos dedicar el mismo tiempo que con el calentamiento a estirar los músculos, con especial atención a los que más hemos forzado. Para estirar correctamente basta con aguantar unos 20 segundos aquellas posturas que favorezcan una mínima tensión (no tiene que molestar en exceso).

Ponerse ropa térmica: la idea de que al sudar más, perdemos más grasa es un error de asociación frecuente. El sudor sirve para regular la temperatura de nuestro cuerpo y no es más que consecuencia de la deshidratación producida por el ejercicio intenso. Por ello, es conveniente que la indumentaria que utilicemos favorezca la ventilación del cuerpo, para evitar una deshidratación excesiva y garantizar el máximo rendimiento.

Beber poco líquido: por las razones que acabamos de exponer, conviene mantener el cuerpo hidratado, incluso aunque no tengamos sed. Durante el ejercicio se recomiendan pequeñas ingestas de agua (consulta con un especialista). Los días de mucho calor será necesario aumentar las dosis. Además, las bebidas deportivas deben ingerirse siempre después del ejercicio (a partir de media hora después), a modo de recuperación.

No descansar: durante las rutinas de ejercicio intenso es necesario alternar esfuerzo con descanso para dar tiempo a que los músculos se repongan y así evitar posteriores lesiones. Hoy en día existen múltiples aplicaciones en cuyas rutinas incluyen un tiempo cronometrado de recuperación que suele oscilar entre los 30 y los 60 segundos. Además, es imprescindible que respetemos los días de descanso para evitar caer en el agotamiento y poder progresar sin lesiones.

Hacer muchos abdominales para lucir tableta: los abdominales solo se marcan cuando la grasa de la zona disminuye sensiblemente, y esto no se consigue si no ejercitas el resto del cuerpo. Además, hay que tener en cuenta que la anatomía masculina tiende a acumular más grasas en el abdomen que la femenina. Además, que no se marquen los abdominales no significa siempre que no tengamos fortalecida la zona, lo que resulta esencial para mantener una buena postura corporal y no lesionarse.

Coger más peso de lo normal: más peso no significa menos grasa o mejores resultados. Al contrario, puede llevarnos a ejecutar mal los movimientos como consecuencia del esfuerzo, con dos posibles resultados, la lesión o la ineficacia del ejercicio. Consulta con entrenadores y profesionales cuál es la evolución progresiva que debes realizar.

Descuidar la alimentación: no por hacer ejercicio de forma habitual (o empezar a hacerlo) podremos entregarnos a la comida poco saludable. Tampoco el hecho de aumentar las horas de gimnasio nos va a permitir cometer más excesos en las comidas. Se trata de un esfuerzo combinado casi al 50% entre ejercicio moderado y alimentación equilibrada. Si dejamos de lado alguna de las dos variables, no conseguiremos nuestro objetivo de un cuerpo sano.

No ser constantes: nuestro cuerpo tiene que acostumbrarse a la rutina del ejercicio para conseguir resultados. Hacer un gran esfuerzo un día para no mover ni un dedo los cinco siguientes solo conseguirá que nos lesionemos y nos frustremos. Lo idóneo es adecuar la frecuencia del entrenamiento a nuestro estado físico y edad para fijarnos objetivos realistas.

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