Muchas personas sufren a diario por intentar perder peso con duras dietas que exigen mucha paciencia y autocontrol. La recompensa llega cuando finalmente se alcanza el peso ideal y se empieza a notar los beneficios de cuidar la alimentación y llevar una vida sana. Pero a veces lo complicado no es tanto perder peso, como mantenerlo una vez alcanzado el objetivo inicial. ¿Estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos de alimentación más allá de la dieta temporal? ¿Qué podemos hacer para mantener el peso ideal?
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Lo primordial es seguir los consejos e indicaciones del médico o nutricionista, que tratará de que eliminemos de nuestra dieta los alimentos más perjudiciales. Pero además, debemos ser capaces de controlar las cantidades que ingerimos en cada comida para no caer en el exceso constantemente.
Para ello, puedes echar mano de una serie de trucos que te ayudarán a diario a controlar de forma sencilla cuánto comes:
- Usa platos más pequeños: puede parecer una obviedad, pero en realidad se trata de manipular el efecto óptico de la comida sobre el plato. Si utilizamos platos gigantes, la cantidad aparentemente «normal» de comida será mucho mayor que si utilizamos platos normales o más bien pequeños. No obstante, en esto, ayuda tener medidas estándar calculadas a base de nuestra rutina alimenticia. Por ejemplo: tres cacillos de puré, dos filetes de lomo, un vaso de arroz, etc.
- Come despacio: no se trata de una consecuencia matemática, pero lo cierto es que la mayoría de las personas que comienzan a comer y masticar lentamente acaban por comer menos, en parte porque el tiempo que suelen destinar a almorzar les cunde menos. Es un hábito sencillo, saludable y que evita situaciones de ansiedad. Además, ayuda a saborear mejor los platos.
- Siéntate a la mesa en familia: la charla y la interacción desvían en parte la atención total de la comida y permiten que comamos más lentamente y menos cantidad. Especialmente si se trata de amigos a los que hace tiempo que no vemos, la comida pasa a un segundo plano y tenemos menos tendencia a atiborrarnos.
- Escribe un diario de alimentos: el hecho de apuntar lo que vamos comiendo a lo largo del día (incluso una pequeña galleta) nos hará más conscientes de los fallos y excesos que cometemos y nos permite compensar con otras comidas. Existen versiones online o en forma de aplicación para que llevar este inventario sea aún más sencillo y amable.
- Delimita las zonas de la casa donde se puede comer: si mantenemos el firme propósito de no comer en el sofá, frente al ordenador o en las habitaciones, no solo estaremos previniendo manchas y suciedad en toda la casa, sino que además estaremos limitando la capacidad de «picar» entre horas. Lo ideal es siempre desayunar, comer y cenar (merendar, en el caso de los niños) sentados a la mesa.
- No comprar productos poco saludables: si el médico o tu objetivo de perder peso no te permite consumir aperitivos salados, golosinas, chocolatinas, comidas grasas, etc., lo mejor es que no los compres bajo ningún concepto. Esto a veces requiere el esfuerzo y solidaridad de quienes comparten nevera y despensa contigo, que se tendrán que abstener de comprar este tipo de alimentos para evitar que caigas en la «tentación».
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- Bebe zumo con las comidas: es un buen truco para saciar nuestro apetito antes. Los zumos son saludables (mejor si son naturales, claro) y, además de aportarnos numerosas vitaminas, estarán impidiendo que nos demos un atracón.
- Toma la fruta antes: la fruta debe ser un alimento muy presente en nuestra alimentación diaria. Pero además, si la consumimos justo antes de comer conseguiremos saciarnos más y comer menos cantidades y garantizaremos una buena dosis de vitaminas.
- No comas hasta hartarte: ¿quién no ha repetido plato aún sintiendo que ya tiene el estómago lleno? Aunque no es fácil, hay que saber parar en el momento en que notemos que estamos saciados o hemos comido la cantidad habitual. Si aún así sientes hambre, la fruta es una excelente opción.
- Controla la ansiedad: a veces comemos más de la cuenta o picamos por ansiedad. El estrés acumulado en nuestra jornada laboral puede llevarnos a caer en el exceso sobre todo en las cenas. En estos casos, el ejercicio es una buena opción para calmar los ánimos y las ganas de pegarse un atracón al llegar a casa.