El azúcar blanco es un alimento aparentemente amable que está en nuestras vidas desde que éramos niños. También conocido como azúcar refinado, procede de la caña de azúcar y es sometido a un proceso industrial que le desprovee de sus nutrientes originales. Además de los paquetes de azúcar, terrones y sobres, el azúcar blanco está muy presente en alimentos industriales como la bollería, los refrescos o las golosinas, pero también en buena proporción en otros que consideramos saludables y nutritivos como el cacao en polvo o los zumos. No obstante hay que tener en cuenta alguno de sus inconvenientes:
– Engorda: el consumo excesivo de azúcar refinado y alimentos que lo contienen está directamente relacionado con la obesidad. Cualquier dieta comienza por eliminar este ingrediente del menú, así como los alimentos y bebidas a los que se añade: pan de molde, conservas, salsas, embutidos, etc. Fíjate bien en las etiquetas y quizá te sorprenda saber en total estás consumiendo cantidades de azúcar por encima de los 55 gramos máximos que recomienda la Fundación Española de la Nutrición.
– Es adictivo: el azúcar blanco estimula el cerebro al mismo nivel que lo hacen drogas como la cocaína o la heroína. La razón es que el consumo de azúcar refinado estimula la liberación de dopamina en el cerebro, que proporciona la sensación de placer. Así lo demostró en 2013 un equipo de investigadores del Connecticut College que experimentó con ratas en el laboratorio.
– Rebaja tus defensas: el azúcar integral (de caña), tal y como se encuentra en la naturaleza incorpora enzimas, vitaminas y minerales que permiten a nuestro organismo su asimilación. Sin embargo, el azúcar refinado carece de estos componentes, por lo que nuestro cuerpo se ve obligado a consumir parte de sus reservas para metabolizarlo. Por tanto, cada consumo de azúcar supone una merma de nuestras defensas.
– Daña a tu corazón: el consumo excesivo de azúcar está relacionado con un alto índice de probabilidades de enfermedad cardíaca. Así lo confirman estudios como el de la Asociación Americana del Corazón (AHA).
– No te aporta nutrientes: mientras que el azúcar moreno aporta naturalmente vitaminas y minerales, el azúcar blanco, refinado, solo aporta calorías vacías. Así lo recoge la nutricionista Luisa Martín Rueda en su manual “Vivir sin azúcar” (Océano-Ámbar).
– Estropea tus dientes: al contacto con los dientes y las bacterias que habitan en nuestra boca, el azúcar se convierte en un ácido que daña las piezas dentales con gran rapidez. Por ello debes tener el cuenta no solo el consumo de golosinas, si no de todos aquellos alimentos que contienen azúcares añadidos.
– Modifica tu sentido del gusto: dado que el azúcar blanca se utiliza para potenciar el sabor de los productos, tarde o temprano acabará por hacer que las frutas te sepan algo insípidas. De hecho, investigadores de la Universidad de Bangor (al norte de Gales) concluyeron que el hecho de beber dos bebidas azucaradas al día durante cuatro semanas modifica el sentido del gusto hasta camuflar el sabor real de los alimentos naturalmente dulces.
– Envejece tu piel: el efecto de la glucosa en nuestro organismo modifica el colágeno y la elastina, encargados de mantener la firmeza de los tejidos de nuestra piel. El resultado, más arrugas y de forma más prematura. De hecho, según un estudio publicado por los investigadores de la Universidad de Leiden, Países Bajos, por cada 18 mg de azúcar extra en sangre, envejecemos hasta cinco meses.
– Promueve la diabetes tipo 2, así como elevar los niveles de insulina, el consumo excesivo de azúcar refinado puede aumentar indirectamente el riesgo de algunos tipos de cáncer como el de páncreas, tal y como recoge la “Guidelines on Nutrition and Physical Activity for Cancer Prevention”, de la American Cancer Society.
– Brotes de acné: algunos tipos de acné y rosácea se ven agravados por el consumo frecuente de azúcar industrial o los carbohidratos refinados. Por eso muchas dietas para personas con problemas de acné restringen su consumo. Estudios como el de la doctora Loren Cordain, profesora de biología evolutiva en la Universidad de Colorado, confirman que un elevado consumo de los alimentos refinados puede provocar un agravamiento del acné.
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