A veces nos centramos en la correcta limpieza del hogar aprendiendo a usar productos y tratar tejidos y superficies especiales para mantener una buena higiene en casa. Sin embargo, en muchas ocasiones no caemos en la cuenta de que estamos fallando en los aspectos más básicos de la higiene personal.
Aspectos como los que te sugerimos a continuación, en los que probablemente no te hayas detenido:
– Dejar la colada sin tender: nunca dejes la ropa lavada en el bombo todo un día sin tender porque será un estupendo caldo de cultivo para las bacterias. En concreto, la E.coli es una bacteria presente en nuestra lavadora a través de la ropa interior. Tiende enseguida y lava todo lo que puedas con programas de agua caliente.
– No esterilizar el cepillo de dientes: el cepillo de dientes está permanentemente expuesto a gérmenes y bacterias tanto por su uso, como por el contacto con todo lo que le rodea en el baño. Por eso no debes olvidar que el cepillo de dientes también merece una limpieza frecuente que garantice la correcta higiene de nuestra boca. Para ello, sumerge el cepillo por completo en agua hirviendo durante tres minutos.
– Abusar de la limpieza facial y corporal: a veces nos obsesionamos demasiado con la higiene personal, especialmente del cuerpo o de la cara. Por un lado, salvo usos profesionales indicados, el uso constante de desinfectantes de manos resulta dañino para la piel. Lávate las manos con normalidad como parte de tu higiene personal y con jabones que respeten el PH de la piel.
Igualmente, lavarse la cara continuamente en busca de solucionar problemas como el acné o los puntos negros puede tener un efecto contraproducente como consecuencia de la agresión al manto graso (lipídico) que protege el cutis. Lávate la cara por la mañana y antes de acostarte con jabones adecuados para tu tipo de piel y siguiendo las instrucciones de tu médico.
Por último, las duchas frecuentes pueden ser necesarias sobre todo en días de mucho calor o ejercicio físico intenso. Sin embargo, no debes olvidar que todo jabón constituye una agresión para la piel y que un uso excesivo acabará por secarla e irritarla.
– Tirar de la cadena con la tapa abierta: bajar la tapa del inodoro después de hacer nuestras necesidades no es solo una norma de educación. Se convierte en una necesidad sanitaria si tenemos en cuenta que al tirar de la cadena la presión del agua puede hacer que los gérmenes se desplacen metros, alcanzando cualquier tipo de objeto que se encuentre alrededor: una toalla, un cepillo de dientes, un peine, etc.
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– No limpiarte el ombligo: ese rincón tan simpático de nuestra anatomía puede llegar a albergar infinidad de bacterias si no limpiamos correctamente en la ducha.
– Dejar los cacharros sucios en la pila: puede que no te de tanta pereza fregar los cacharros o colocarlos en el lavaplatos para el próximo lavado si caes en la cuenta de que el fregadero de la cocina puede llegar a estar más sucio que un inodoro, en lo referido a la cantidad de bacterias presentes. Al margen de evitar estos atascos en la pila, recuerda desinfectarla con lejía con frecuencia.
– N0 desinfectar las lentillas: si no quieres sufrir una infección ocular bacteriana, debes enjuagar y desinfectar tus lentes de contacto antes y después de cada uso, así com descansar el tiempo adecuado. Evita el contacto de las lentillas con el agua y límpiate bien las manos antes de manipularlas.
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– No desinfectar trapos y bayetas: cada vez que finalices la limpieza general del hogar, lo más idóneo es meter las bayetas que hayas usado en la lavadora, pero no con un programa cualquiera. Usa uno a alta temperatura para garantizar que se desinfectan bien los trapos y bayetas, especialmente los que usas para limpiar la cocina y los baños (que han de ser diferentes). Elige un programa a 60º como mínimo y, si es posible, tiende los trapos al sol.
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