Muchas personas padecen ese trastorno conocido como onicofagia que consiste en el hábito compulsivo de comerse las uñas. Este leve trastorno que se suele asociar al carácter nervioso de la persona no solo deja evidentes consecuencias estéticas. En los casos más severos provoca sangrados, inflamaciones y molestos dolores como consecuencia de los daños producidos en el lecho ungueal, la parte de la piel que conecta la uña con el dedo.
En estos casos extremos la uña puede verse afectada hasta el punto de que no crezca, se deforme gravemente, o incluso llegue a caerse. Además, las personas que llegan a este grado de onicofagia tienen dificultades para realizar tareas rutinarias que impliquen el uso de las manos, bien porque no tienen uñas con las que, por ejemplo, despegar etiquetas o abrir tapas, o bien porque sufren dolores que les dificultan la acción.
Solo aquellos que llevan mucho tiempo mordiéndose las uñas saben que, en la mayoría de los casos, la voluntad no es suficiente para conseguir dejar este mal hábito. Y aunque cada caso es diferente y depende de diversas situaciones y factores psicológicos, los pequeños trucos resultan útiles para dejar de morderse las uñas.
Si tienes este problema o conoces a alguien que lo sufra, háblale de estos trucos que pueden resultar útiles para dejar de morderse las uñas:
1. Pintar las uñas: es un truco que a los más veteranos en esto de morderse las uñas no les funciona, pero sí puede resultar útil ante los primeros síntomas. No es necesario que sea un esmalte de color, basta con que sea transparente y cubra por completo la uña. Aunque los colores llamativos sobre las uñas nos harán ser más conscientes de la nueva “prohibición” que nos hemos impuesto. Si tu caso no es muy grave y todavía no tienes las uñas deformadas, puedes incluso decorar tus esmaltes con diseños “nail art” que te recuerden que estás cuidándote las uñas.
2. Esmalte amargo: lo comercializan muchas marcas con diferentes y desagradables sabores para evitar que caigamos en la tentación de mordernos las uñas. En los casos más severos suele ocurrir que la persona se llega a acostumbrar al mal sabor y pierde efecto la técnica. Si es tu caso, varía de esmalte cada semana para impedir que te acostumbres.
3. Usa tiritas o guantes: la intención es impedir físicamente que podamos poner nuestras uñas en contacto con nuestra boca. Si los guantes te impiden hacer tus tareas diarias opta por colocar una tirita que rodee cada dedo, tapando la uña por completo. No es bonito, pero sí efectivo, y con solo verlo te recordará el sacrificio mental y estético que estás haciendo.
4. Uñas postizas: hoy en día existen esmaltes permanentes y uñas postizas que te permitirán lucir unas uñas bonitas mientras luchas contra tu vicio. Acude a un centro especializado para que te las coloquen profesionalmente
5. Reservar una uña: cuando tengas la voluntad de dejarlo, reserva una uña de cada mano sin mordértela durante una semana. Puedes usar una tirita en esos dedos para evitar olvidarte de tu objetivo. Cuando hayas cumplido el plazo, destapa las uñas y realiza la misma operación con otros dos dedos. Irás comprobando que cada vez más uñas crecen y te muerde menos. Si al quitarte la tirita apenas notas el crecimiento de la uña, prolonga unos días más el proceso con esos mismos dedos.
6. Manicura a todas partes: ten siempre a mano un pequeño kit de manicura que te permita arreglar uñas rotas (o que inconscientemente has empezado a morder), eliminar padrastros o retirar cutículas sin utilizar la boca. Muchas veces, recaemos en el vicio de mordernos las uñas porque detectamos alguna “anomalía” que debemos solucionar al instante.
7. Mantén la boca y las manos ocupadas: alterna diferentes trucos para no caer en el gesto nervioso de comerte las uñas. Recurre a los chicles o palitos de verdura (apio o zanahoria) cuando sientas la necesidad de mascar algo. También puedes entretener tus manos con pequeños juegos que eviten que te las lleves a la boca, como las pelotas de goma anti estrés.
En cuanto consigas tu objetivo con una uña, te recomendamos que la mimes al máximo: usa la lima, manténla limpia (sin padrastros, restos de esmalte o suciedad), aplica aceite a las cutículas y usa esmaltes regeneradores que favorezcan el crecimiento. Poco a poco, comprobarás que tus esfuerzos tienen recompensa y conseguirás que haya merecido la pena.
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