Todos tenemos en nuestras casa mantelería que reservamos para las ocasiones especiales. Comidas con amigos, cumpleaños o celebraciones navideñas. Después de varios usos, es muy común que al ir a poner la mesa en uno de esos días señalados, nos encontremos con la sorpresa de que nuestro mantel de tela favorito presenta unas antiestéticas manchas amarillentas.
Por un lado, puede que el mantel que antiguamente era blanco radiante, ahora haya amarilleado con solo estar guardado. Abstente de tratar este tipo de problemas con lejía o productos con cloro, ya que podrían deteriorarse de forma irreversible. Prueba en su lugar a devolverles todo lo posible el color a la manera tradicional:
1. Llena un barreño grande o la bañera con agua y bórax (media taza por litro). Deja que se diluya bien y entonces introduce el mantel que quieres blanquear. Déjalo a remojo durante unas cinco horas removiendo de vez en cuando para que se limpie igual por todas partes. Aclara con agua tibia abundante hasta que no queden restos.
2. Lava en la lavadora o a mano el mantel normalmente. Elige el programa adecuado en función de lo delicados que sean los tejidos.
3. Cuelga el mantel sin escurrir al aire libre y procura que le dé el sol. Pon cuidado en que no se manche con las cuerdas, el tendal o las pinzas.
4. Si hay manchas persisten, rocíalas con una mezcla de vinagre blanco, zumo de limón, levadura, sal y agua a partes iguales. Después, lávalo de forma normal y sécalo como se indicaba antes.
Para las pequeñas manchas amarillentas en los manteles también puedes emplear agua con bicarbonato y dejarlo a remojo durante unas horas antes de lavarlo en la lavadora con el programa adecuado.
Para evitar este tipo de manchas, evita guardar los manteles de tela sin lavar, aunque sea solo lo hayas usado durante unas horas. Asimismo, cerciórate de que al lavarlos eliminas todo el jabón. Si son de tejidos especialmente delicados, también se aconseja guardarlos con papel de seda.
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