Los especialistas nos avisan cada año sobre la importancia de la prevención ante el cáncer de piel, cuya incidencia en la población ha ido incrementándose en los últimos años. Entre los diferentes tipos de cáncer de piel, el melanoma es la forma menos frecuente, pero también la más agresiva. Para evitarlo, debemos ser cautos con la exposición al sol durante la primavera y el verano y examinar nuestra piel en busca de cambios en lunares y manchas, así como nuevas apariciones. Pero, ¿sabemos cómo hacerlo?
A la hora de vigilar nuestros lunares y manchas debemos atender a la regla nemotécnica del “ABCDE”:
– A de asimetría: al examinar el lunar o la mancha debemos comprobar si guarda asimetría o, por el contrario, al dividirlo en dos una mitad y otra no son iguales.
– B de bordes: otro de los signos de un melanoma es que los bordes sean irregulares o borrosos.
– C de color: debemos observar si la mancha o lunar presenta diferentes colores. Especialmente si presenta un área negra o azulada.
– D de diámetro: pon especial atención a los lunares o manchas con más de 6 mm de diámetro, lo que equivale al tamaño del borrador de un lápiz. No obstante, vigila cualquier aparición aunque sea de menor tamaño.
– E de evolución: debemos acudir al médico si observamos que el lunar está sufriendo cambios, especialmente después de la exposición solar.
Ante cualquiera de estos indicios, debemos acudir a nuestro médico para que realice una valoración exhaustiva.
¿Cómo examinar los lunares y manchas de la piel?
La Academia Americana de Dermatología recomienda examinar frecuentemente nuestro cuerpo tomando nota de lunares y manchas que nos llamen la atención para seguir su evolución en futuras exploraciones. Las anotaciones deben atender a los criterios de la regla ABCDE para poder realizar una valoración lo más correcta posible.
A la hora de la exploración, recomienda seguir cinco pasos:
1. Examinar el cuerpo frente al espejo con los brazos en alto, comprobando tanto la parte delantera y trasera como los laterales.
2. Explora los brazos por encima y por debajo doblando los codos, sin olvidar las manos.
3. Repasa la parte trasera de las piernas, las plantas de los pies y los espacios entre los dedos de los pies.
4. Con ayuda de un espejo, examina la parte trasera del cuello. Para ello, recoge el cabello.
5. Explora la espalda, los glúteos y la parte trasera de los muslos con ayuda de un espejo.
Factores de riesgo
Según el National Cancer Institute (NCI), en los hombres, el melanoma se localiza con frecuencia en el tronco, entre los hombros y las caderas, así como en la cabeza y el cuello. En las mujeres, se da una mayor inciendia en los brazos y las piernas.
Aunque cualquier persona puede desarrollar un melanoma al margen de su color de piel, las personas que reúnen los siguientes factores son más propensas, según indica el NCI:
– Tener la piel de la cara clara, con aparición de pecas y que no se broncea con facilidad y se quema con frecuencia.
– Color de ojos azul, verde o cualquier color claro.
– Cabello pelirrojo o rubio.
– Pasar mucho tiempo al sol o en cabinas de bronceado.
– Estar expuesto a factores de riesgo ambiental como la radiación, los solventes, el cloruro vinílico y los BPC (bifenilos policlorados).
– Haber sufrido quemaduras solares con ampollas en la niñez o la adolescencia.
– Tener varios lunares grandes o muchos pequeños.
– Tener antecedentes familiares de lunares anormales o melanoma.
– Tener un sistema inmunitario débil.
-Tener ciertos cambios en los genes que se relacionan con el melanoma.
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