La ajetreada vida moderna trae consigo una serie de “dolencias” y problemas emocionales de salud que consideramos leves o llevaderos pero que pueden acabar repercutiendo en males mayores que incluso nos afecten físicamente. Estamos hablando del estrés, la ansiedad, los estados de irritabilidad, el agotamiento mental o el insomnio.
Cuando este tipo de problemas comunes se manifiestan ocasionalmente de forma moderada, podemos recurrir al deporte y al ejercicio físico para amortiguar su impacto y disminuir sus efectos. Soltar un poco de adrenalina, practicar técnicas y posturas de relajación, o simplemente, hacer trabajar nuestros músculos, puede traer beneficios que compensen la enorme cantidad de tareas y preocupaciones a las que diariamente tenemos que hacer frente.
Aquí te proponemos ejercicios o disciplinas deportivas que te ayudarán con los problemas de salud más comunes en cualquier adulto:
–Si sufres estrés: si el trabajo, los niños y las obligaciones te generan una sensación de estrés cada día, incluye en tu rutina la práctica del taichi. Se trata de una técnica milenaria china a base de movimientos lentos y precisos que requieren una respiración profunda, así como una concentración total. Te permitirá dejar de lado tus preocupaciones, encarar los días de forma más positiva y eso repercutirá en tu estado de ánimo y en la relación con tus familiares. Otra buena opción es el pilates, que además de favorecer la concentración a través de la respiración, te ayudará a mejorar el equilibrio, fortalecer el abdomen y aumentar la elasticidad.
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–Si estás irascible: la irritabilidad es otra consecuencia directa del estrés, que puede dar lugar a problemas en las relaciones familiares. En estos casos, lo ideal es practicar algún ejercicio o deporte que ayude a descargar tensiones y adrenalina, favoreciendo la distracción de la mente a través de la concentración. Disciplinas como el kickboxing, el body combat o el cardiobox son ideales para aplacar la frustración y la ira. Además, te ayudarán a estar en forma y a mejorar el equilibrio, la flexibilidad, la coordinación y la resistencia.
–Si duermes mal: si cada noche te cuesta conciliar el sueño a pesar de que te sientes agotado (sobre todo mentalmente), prueba a incrementar el ejercicio físico para que el agotamiento físico te ayude a dormir rápidamente y de una vez. Para ello, puedes optar por practicar disciplinas aeróbicas, que implican cierto grado de resistencia y control de la respiración. Así, puedes correr, montar en bici, nadar, jugar un partido de fútbol o tenis, practicar aerobic, así como cualquier tipo de actividad coreográfica (danza, zumba, step, etc.).
Eso sí, deberás tener en cuenta tu edad y condición física a la hora de decidir qué deporte practicas y nunca hacerlo justo antes de acostarte, puesto que conseguirás el efecto contrario a lo que se busca en este caso.
–Si tienes ansiedad: si los problemas y preocupaciones te generan un nudo en el estómago que no te deja avanzar, debes buscar actividades físicas que fomenten la relajación y la distracción de la mente. Como el yoga, el “yogilates” (que mezcla el yoga con el pilates), el body balance (yoga, taichi y pilates) o el aqua balance (en el agua). Todas ellas te ayudarán a tonificar tu cuerpo, ganar flexibilidad y equilibrio, a la vez que te reconcilian cuerpo y mente.
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–Si tienes dolores musculares leves: si padeces ocasionalmente dolores leves comunes, como los localizados en cuello, espalda o rodillas, es señal de que debes fortalecer esas zonas con ejercicios específicos de fuerza. En ese caso, acude a entrenadores personales y profesionales que te indiquen cuales son las máquinas, ejercicios y movimientos más indicados en tu caso.
–Si te sientes fatigado y cansado: puede parecer contradictorio que el ejercicio físico vaya a hacernos sentir mejor cuando nos encontramos cansados sin razón de peso aparente. Pero está más que demostrados que las personas sedentarias sufren episodios de fatiga con más frecuencia que aquellos que mantienen una actividad aeróbica moderada. Basta con hacer 20 minutos de bicicleta, nadar media hora a ritmo constante y moderado o salir a dar una caminata a buen ritmo, para que nuestro cuerpo recargue su energía y deje de estar aletargado.
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