Se podría escribir todo un tratado sobre las diferentes excusas que ponemos para no ir al gimnasio. Aunque es cierto que a veces el trabajo, la compra, los niños, los recados, los compromisos sociales, etc. nos impiden a menudo cumplir nuestro objetivo saludable de hacer ejercicio diario.
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Para los que no perdonen el ejercicio, es importante saber que muchas de las tareas cotidianas que ejecutamos cada día en casa y fuera de ella pueden convertirse en auténticas sesiones de ejercicio que sustituyan esa clase de pilates, step o tonificación. Sobre todo en lo referido a las tareas del hogar. ¡Solo hay que echarle imaginación y un poco de esfuerzo! Aquí van algunas de ellas:
- Hacer la compra: convierte la rutinaria tarea de hacer de ir al supermercado en una actividad cardiosaludable. Empujar el carrito supone un trabajo físico de resistencia que pone en marcha, brazos piernas y abdomen. Llegado el momento de la cola en la caja, continúa con sencillas contracciones del ombligo hacia la columna vertebral acompañadas de respiración para seguir trabajando el core.
- Hacer la colada: es una tarea que puede convertirse en todo un ejercicio completo de tonificación. Trabaja los brazos llevando el cesto de la ropa sucia a la lavadora y mete la ropa haciendo sentadillas en lugar de agacharte. A la hora de tender, deja el resto de la ropa mojada en el suelo y recoge cada prenda para tenderla con una sentadilla. Repite la operación al retirar y doblar la ropa seca. Tus glúteos estarán trabajando como en el gimnasio.
- Aspirar, fregar y frotar: pasar la aspiradora es una excelente forma de ejercitar todo el cuerpo. Trabaja bíceps y tríceps limpiando las ventanas a un ritmo ágil y tonifica el core al limpiar la bañera o el suelo a cuatro patas, manteniendo las rodillas en el aire.
- Caminar: aprovecha el poco tiempo que te sobra antes de ir a recoger a tus hijos de sus actividades extraescolares o de recoger la ropa de la tintorería dando un paseo a un ritmo ligero. Quince minutos bastarán para una sesión de cardio digna de un gimnasio. Y si tienes a mano, utiliza pesas para abrochar en tobillos y muñecas para aumentar la efectividad del ejercicio. No te preocupes, se disimulan a la perfección bajo la ropa y nadie notará que estás en plena sesión de «trekking».
- Cortar el césped: el día que no podemos ir al gimnasio es perfecto para realizar tareas en el jardín, porque supone una actividad muy completa en la que se ejercita prácticamente todo el cuerpo. ¡Dos pájaros de un tiro!
- Baila: preparando la merienda, la cena, limpiando el polvo, haciendo las camas… hay muchos momentos en los que acompañar las tareas cotidianas de buena música que nos haga bailar y, de paso, quemar un buen puñado de calorías. Un truco: si acabas sudando es que lo has conseguido…
- Estira: el estiramiento es básico después de cualquier sesión de ejercicio y para ello puedes buscar cualquier rincón de la casa o el jardín. Sobre todo estira espalda (rodéate con los brazos y estira escápulas, alárgalos hacia el cielo y estira suavemente lumbares), piernas (usa un bordillo para alargar gemelos y pega los tobillos a los glúteos para estirar cuádriceps), brazos (lleva tus muñecas detrás de la nuca y empuja desde el codo, agárrate las manos por la espalda y estira), glúteos (siéntate, cruza una pierna doblada sobre la otra e inclina el torso hacia delante) y cuello (alárgalo suavemente a un lado y otro).